Echando un vistazo al Plan de Formación vigente en uno de los especialistas en la impartición de conocimientos para los auditores internos, he podido observar que, dentro del Capítulo correspondiente a las Técnicas de desarrollo, se incluyen diversos seminarios, tales como Taller de escritura eficaz,Técnicas de entrevistas, Arte de las presentaciones, pero también otro titulado " Negociación para auditores internos".
Este último taller me recuerda que, no hace muchos años, creo que fue en el 2010, tuve la oportunidad de participar en unas jornadas sobre control Interno promovidas por AHCIET, Asociación Hispanoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicación, en las que se expuso una ponencia sobre: Comunicación y Negociación de los auditores internos.
Si no recuerdo mal, creo que, si bien en la parte
correspondiente a la Comunicación hubo un consenso total sobre la necesidad de
disponer por parte de los auditores de este atributo, al ser este un aspecto
significativo en la relación con nuestros clientes y los responsables
jerárquicos o funcionales, ya que, en gran medida, el éxito o fracaso de
nuestra actividad dependerá de cómo sepamos trasladar las: conclusiones,
evidencias, recomendaciones, resultados/beneficios obtenidos, e incluso
necesidades, etc; motivo por el que
debemos ser muy cuidadosos, no solo en la forma elegida para trasladar la
información seleccionada, sino obviamente en el fondo. En resumen, un buen auditor interno debe ser necesariamente un buen comunicador,
por lo que su capacitación en este aspecto es también una necesidad a cubrir
por los planes de formación, ya que las
habilidades comunicativas en los auditores resultarán imprescindibles si
queremos hacer bien nuestro trabajo.
En este contexto no debe sorprendernos que el IIA en
el Marco Internacional para la Práctica Profesional de la Auditoría Interna
dedique varios artículos y consejos a tratar este aspecto. Así la Norma 2020-1
se refiere a la necesidad de trasladar los Planes y necesidades de recursos a
la alta dirección y al Consejo; la Norma 2060 refleja la obligación del DAI de
informar (comunicar) periódicamente sobre la actividad desarrollada, el
propósito, la autoridad, la responsabilidad y desempeño del Plan; asimismo la
Norma 2410 describe los criterios para una adecuada comunicación, en tanto que
la Noma 2420 centra su atención en la
calidad de las comunicaciones, recordándonos que estas han de ser: precisas,
objetivas, claras, concisas, constructivas, completas y oportunas. Añadiendo
por nuestra parte otra característica adicional, y es que las comunicaciones
deben ser de fácil interpretación.
Donde no estoy tan convencido es en la necesidad de
potenciar las capacidades relativas a la
Negociación, puesto que, si bien hay aspectos dentro de la actividad
auditora que sí son claramente
negociables, hay otros que, desde mi perspectiva, no lo son, o no
debieran serlo, pues pondrían en cuestión la objetividad del trabajo. Veamos
por qué.
Dentro de los temas que son perfectamente negociables,
estaría por ejemplo nuestro sueldo, los recursos disponibles, sus
capacidades,….., de forma y manera que si no los obtenemos en la cuantía que el
Plan Anual requiere, se traslade a la alta dirección y al Consejo/Comité de
Auditoría las limitaciones que tendremos para desarrollar, con la necesaria
seguridad razonable, nuestra función de supervisión del entorno de control
interno de la organización. También estaría dentro de lo negociable el propio
contenido del Plan Anual al ser presentado para su conocimiento a los
responsables de las áreas, proceso en el que es posible modificar las
prioridades de algunos entes auditables en base a la opinión de los propios
gestores, e incluso sustituyendo algún trabajo previamente seleccionado por
otros en función de las solicitudes de nuestros clientes.
La fecha de
realización de los trabajos de campo, ajustándola a las necesidades o actividad
de los negocios, es otro aspecto perfectamente
negociable.
Obviamente, aunque con ciertas restricciones - las que
afectasen a la adecuada valoración del hecho auditado -, también entrarían
dentro de lo relativamente negociable la introducción de ciertas matizaciones a
las conclusiones del informe, o la sustitución de un verbo o calificativo por
otro (en este sentido nadie debería objetar cambiar el verbo coger por tomar,
ya que, según qué países, su significado puede ser muy diferente).
Pero hasta aquí, más o menos, entiendo es hasta donde debe llegar el
proceso negociador del auditor, pues el resto de la actividad: programa de
trabajo, elección de las muestras, evidencias encontradas, conclusiones,
recomendaciones, responsabilidades, distribución de los informes, ”rating”
global o estimación ponderada
sobre el nivel de control interno apreciado, nivel de supervisión del
grado de cumplimiento de los compromisos asumidos con los que superar las
debilidades evidenciadas, grado de avance observado en la implementación de las
recomendaciones, etc, difícilmente
permiten una negociación que no adultere el contenido de nuestra función.
Las
reservas que acabamos de señalar
adquieren su máxima expresión cuando la supervisión se refiere a una
investigación sobre el riesgo de fraude, lo que habitualmente venimos denominamos
“inspección” o recientemente “auditoría forense”, en la que los auditores
especializados en este riesgo deben identificar las causas que han permitido la
apropiación indebida investigada, el/los responsable/s de la misma y su cuantía; análisis en el que cualquier transacción no solo sería
inadecuada, sino contraria a los intereses de la organización.
Es posible que, atendiendo a los distintos tipos de
negociaciones existentes, mi posición se adscribiera, probablemente, dentro del
grupo de los denominados Win/Lose. Que es
aquella negociación competitiva que se caracteriza por:
- Las partes miran exclusivamente sus intereses e ignoran los del oponente.
- No se busca una solución común para ambas partes, los objetivos del otro son un obstáculo para cada parte.
- Se utiliza la presión y el poder. No existen concesiones.
Si fuese así, debo señalar que no participo ni
reconozco que esas tres situaciones sean
las que predominan en la posición que defiendo, que no es otra que la de
señalar la inoportunidad de la propia
negociación, circunstancia que de hecho
también sucede otras profesiones, como, por ejemplo, en medicina, pues no
imaginamos a un facultativo negociando con su paciente el diagnostico, o las terapias,
las dosis, o las medicinas a recetar. Estaría fuera de lugar; el médico, al
igual que el auditor, pues también lo es respecto de la salud del paciente,
basa su diagnóstico en una serie de pruebas objetivas, concluye en un
diagnóstico (sus conclusiones) y emite unas recomendaciones (el tratamiento a
seguir), para después hacer un seguimiento de las recomendaciones facilitadas
(controles futuros). Aspectos todos
ellos, eso sí, que deben ser comunicados
de forma adecuada, pero sin que estén sometidos a negociación, pues no procede.
Para ir acabando no resisto la tentación de recordar
que la “negociación” fue la causa de que ocasionó sucesos como el de ENRON, ya
que la desaparecida Arthur Andersen sí practicaba de forma implícita esta habilidad, anteponiendo sus intereses comerciales al
rigor de sus conclusiones, debido al conflicto de intereses en el que se
encontraba inmensa.
En resumen, la habilidad directiva de la comunicación
es muy necesaria para ejercer adecuadamente la función auditora, pues en gran
medida el que un Departamento de Auditoría consiga aportar verdadero valor a la
organización, dependerá en un gran porcentaje de la habilidad comunicadora de
que disponga.
No solo hay que trabajar bien, hay que difundir el resultado de
nuestro trabajo en forma conveniente
Sin embargo, la negociación a realizar por el auditor
debería limitarse a aquellos aspectos colaterales a los que se circunscriben su
actividad, pero sin afectar al contenido, presentación y distribución de los
trabajos individual y colectivamente considerados, de forma que queden
salvaguardados los principios de independencia de criterio y nuestra
objetividad, todo ello sin olvidar que
cuando hablamos de negociación nos estamos refiriendo a un proceso de múltiples
acepciones entre dos partes, de las que nos decantamos por la de L. Munduate: ¨
La negociación es un proceso de toma de
decisiones en el que dos o más partes interdependientes hablan entre
sí en un esfuerzo por resolver sus intereses antagónicos ¨. Lo que sucede
es que los intereses antagónicos, son por un lado los de la empresa y por otro
los individuales del auditado, bien por impericia, comodidad o beneficios
económicos.
Permítanme recordar un símil antinuclear muy usado
hace unos años, “Nuclear, no gracias”, que creo que podríamos transformarlo y
aprovecharlo en un: “Negociar, no gracias”
Jesús Aisa Díez
23 de Junio de 2013
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