Invitado
por la Gobernación de Antioquia, Colombia, he tenido la oportunidad de volver a
visitar ese precioso país, y poder compartir experiencias con sus
profesionales. En esta ocasión la ponencia se centraba en debatir sobre la
forma de gestionar los Planes de Auditoría en base a Riesgos. Tema que también
tuve la oportunidad de desarrollar previamente en Bogotá los días 4 y 5 de
Noviembre pasado.
En
ambos encuentros los resultados creo que pueden calificarse de satisfactorios,
debido al enorme interés que observamos en los participantes por el tema
expuesto, lo que viene a evidenciar la priorización que desde las distintas
organizaciones, tanto privadas como públicas, se están actualmente concediendo
a la gestión de los riesgos empresariales; considerado a este como un camino
estratégico para conseguir los objetivos empresariales, entre los que no
debemos ignorar la necesidad de optimizar la labor de las Unidades de
Auditoría, de forma que seamos muy selectivos en el momento de elegir los entes
auditables que pretendamos supervisar en el corto plazo, centrando nuestra
atención en los procesos que resulten determinantes para alcanzar las metas marcadas
por las organizaciones.
De
los cuestionarios cumplimentados por los asistentes a la reunión de Bogotá,
creemos que pueden sacarse algunas conclusiones que consideramos importantes,
pues nos permiten inducir en dónde se focaliza actualmente el interés de los
profesionales con los que nos relacionamos.
En
primer lugar, destacaríamos que de los asistentes, el 30% estaba adscrito a
labores de gestión en sus empresas, en tanto que, el 70% restante, actuaba en
el ámbito de la supervisión. Llama nuestra atención que, a pesar que el título
nos dirigía hacia los profesionales de la función auditora, casi una tercera
parte de los asistentes actuaban en el ámbito de la gestión, lo que entendemos
como un indicador con el que apreciar el interés que la labor auditora está
levantando actualmente en las organizaciones, lo que vendría a demostrar la
importancia que se le concede a nuestra actividad.
Otro
de los aspectos que también consideramos muy positivo de la opinión de los
participantes, es la que se refiere a la respuesta dada a la pregunta: ¿Cómo
entienden que podrían aplicarse los aspectos aprovechables de la metodología
expuesta en sus organizaciones?. Habiéndose obtenido un 50% de opiniones que
entendían que se podrán aplicar en el corto plazo, y el otro 50% en el medio
plazo. Por consiguiente, para la mitad de los asistentes, los que consideraron
viable su implementación a corto plazo, no se debieron observar dificultades
que impidieran acometer el proyecto de implantar un Sistema de Gestión de
Riesgos en sus empresas, ámbito que necesariamente también se contempló en el
seminario. Por lo que, en estos casos, estaríamos ante un contexto exclusivo de
voluntad empresarial, como condición última para acometerlo.
En
lo que respecta a los condicionantes que se entendían pudieran existir para no
aplicarlas de inmediato. Las respuestas se centraron en:
- Capacidad del personal de la Unidad de Auditoría Interna.
- Mayor coordinación con el Gestor de Riesgos.
- Contar con los recursos humanos suficientes.
- Cultura organizacional, compromiso de las gerencias en su conjunto
- Apoyo de la Gerencia General o del CEO.
En
cualquier caso, entiendo que este posible conflicto se pueda deber a la
confusión que pudiera existir respecto de los roles que ambas unidades deben
desempeñar, no solo desde la visión de los gestores de Riesgos, que pueden
visualizarnos como unos competidores y cuestionadores de la determinación y evaluación de los riesgos por
ellos establecida, sino también por la indebida actuación que pudiesen realizar
las auditorías internas “exigiendo” determinadas actuaciones con las que
reconducir los riesgos residuales observados hasta zonas de menor incertidumbre
en la consecución de los objetivos.
Si
la causa de la no necesaria coordinación y complementariedad de actividades,
fuese debida a la actuación inadecuada de auditoría, entendemos que el
pronunciamiento realizado por el Instituto de Auditores Interno al respecto es
determinante, como podemos recordar haciendo mención al famoso abanico de
posibles escenarios en los que movernos recogidos en la figura, donde queda
claro lo que debemos hacer, lo que podemos hacer y lo que nos está prohibido
realizar.
Campo
de actuaciones que deberíamos exponer con claridad y coordinarlas con el gestor
de riesgos, con lo que habremos evitado que surjan dudas sobre hasta dónde
vamos a intervenir en el proceso, evitando malas interpretaciones, pero sobre
todo duplicidades.
Otro
aspecto que también debería establecerse con el Gestor de Riesgos en estas
conversaciones previas de coordinación, es la forma en la que Auditoría Interna
pondrá a su disposición los resultados de las auditorías en base a riesgos y
las conclusiones alcanzadas, de forma que estas puedan ser tenidas en
consideración y modificar, en la medida que sea necesario, el mapa de riesgos
corporativo, que es la responsabilidad del citado Gestor. Asimismo, y si no
existiesen definidos por la Organización los apetitos o tolerancia a los
riesgos, este también es un aspecto que debe ser puesto de manifiesto en las
auditorías, a fin de que el Comité de Riesgo los proponga al Consejo de
Administración/Directorio, a fin de este sea el que decida los niveles de riesgo
que se entiendan compatibles con la consecución de los objetivos empresariales.
Por
todo lo anterior, la interacción entre ambas Unidades es algo necesario, y que,
aclarando los roles que vamos a realizar, no consideramos que sea motivo de
polémica o malas interpretaciones, sino todo lo contrario. Por ello no vemos
justificada la razón aludida para la implantación de un proceso de
determinación del Plan de Auditoría en base a riesgos/Sistema de Gestión de
Riesgos, la falta de coordinación con el responsable de riesgos, ya que debería
ser una parte interesada en que lo desarrollemos, al ser un beneficiario
directo de nuestro trabajo.
En
cualquier caso, la experiencia observada es mucho más positiva que la que he
tenido la oportunidad de apreciar no hace demasiado tiempo en el mismo entorno,
por lo que creo vamos por el buen camino.
Pudiendo
para terminar señalar que el Gestor de Riesgos y el Director de Auditoría
Interna no son rivales, son colaboradores que deben aprovechar las sinergias de
sus respectivas actuaciones.
Esperando
que estos comentarios puedan resultar de interés, gracias por la atención que
puedan prestarles. Saludos
Jesús
Aisa Diez
16
de noviembre de 2014
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